García M. Colombás (m.b.), La lectura de Dios. Aproximación a la lectio divina
Zamora 1999 (Ediciones Monte Casino, reimpr.), 152 pgs.
Una excelente introducción a la lectio divina –la mejor que hemos encontrado para nuestras necesidades–: completa, sencilla y clara, a la vez que sugerente y bien fundamentada.
Se echan de menos algunas nociones más amplias y prácticas sobre el método y los elementos concretos de la lectio, aunque se encuentran los datos fundamentales en las páginas 17 y 95-100.
Uno de los valores más apreciables de esta obra es la profusión de referencias a los padres de la Iglesia, a los autores monásticos y modernos que ofrecen testimonios vivos e ilusionantes del valor de la Palabra de Dios y de la búsqueda de Dios en la Escritura por medio de la lectio. En ellos podremos encontrar resonancias espirituales que nos orienten y animen en el camino de la lectura de Dios.
Una característica –que no defecto– del libro es que está escrito por un monje y, en gran medida, para monjes. Esto tiene la ventaja de que el autor tiene larga experiencia de lo que habla y nos comunica la sabiduría monástica que ha conservado y transmitido la lectio. Esta obra no es el fruto de cierta moda de la lectio que se viene dando en estos últimos años en los que se multiplican las obras sobre la lectura de Dios pero se llama lectio divina a cualquier forma de leer, estudiar o rezar con la Palabra de Dios. El autor nos transmite la auténtica tradición de la lectio que nació en la Iglesia antigua y se transmitió fundamentalmente gracias al monacato.
Pero nosotros no debemos olvidar que la lectio no es cosa de monjes –el mismo autor lo deja bien claro–, y que consiste en un medio es necesario –por no decir imprescindible– para la vida contemplativa. Por eso, el cristiano que vive en el mundo y el contemplativo que desarrolla su vida fuera del monasterio, debe saber hacer las necesarias adaptaciones para poder vivir con autenticidad la lectio, en medio de la vida ordinaria en el mundo. No se trata de otros valores, sino de formas concretas de vivirlos. Al leer ciertas páginas del libro –p. ej., las que hablan del «clima propicio» de la lectio (121), o de la «formación en la lectio» (122-124), del «ambiente favorable» (71-72) o de la «lectura asidua» (68-70)–, tendremos que preguntarnos cómo podemos realizar todo eso en nuestra vida concreta, sin los apoyos que ofrece el monasterio. También nosotros, aunque de otra manera, tendremos que encontrar el ambiente, la formación y la fidelidad que nos permita vivir en el mundo de tal modo que sea posible la lectio divina.