Itinerario hacia la santidad
Aunque se suele creer lo contrario, la santidad no es difícil, porque Dios no pretende complicarnos las cosas, sino que intentamos fabricarla por nosotros mismos, lo cual es imposible. Nos puede ayudar mucho descubrir el verdadero -y simple- camino a la santidad.
Contenido
I. ¿Por qué no soy santo?
Pretendemos evitar la visión deformada de la santidad que hace imposible que la alcancemos si no mantenemos la visión evangélica de la misma en el sano realismo que Dios nos pide.
II. La radicalidad de la santidad
Descubrir la mediocridad que recorta los objetivos evangélicos según nuestras limitaciones y encontrar la ascesis necesaria para lanzarnos a la santidad.
III. La simplicidad de la santidad
La santidad, por ser para todos, ha de ser simple, como simple es Dios, y sólo la alcanzaremos por el camino de la simplicidad evangélica.
IV. Una palanca hacia la santidad
Descubre el acto sencillo, posible y concreto que, partiendo de lo que realmente somos, nos lanza hacia la santidad a la que somos llamados por Dios.
V. El Espíritu nos hace santos
Pretendemos descubrir al Espíritu Santo como persona y artífice de nuestra transformación, que nos pide que consintamos en que habite en nosotros, nos consagre totalmente a Dios y abracemos nuestra pobreza para poder acoger el amor de Dios que nos transforma en hijos de Dios en Cristo.
VI. El realismo de la fe
No debemos conformarnos con tener fe y emplearla en determinados momentos. Tenemos que descubrir el salto concreto de fe que nos permite instalarnos en la fe como la única realidad.
VII. Autenticidad y santidad
En un mundo marcado por la mentira hemos de descubrir que Cristo se ha consagrado para que vivamos y trasmitamos la Verdad y nos sacrifiquemos por ella.
VIII. Libres para ser santos
Si queremos ser santos debemos hacernos verdaderamente libres para dar el salto de la fe y del amor que nos lleva de la pobreza a la santidad.