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La necesidad que tiene el contemplativo de formación nos mueve a ofrecer este curso sobre el Catecismo de la Iglesia Católica que ayude a profundizar en la fe de la Iglesia desde el punto de vista del que busca a Dios con todas las consecuencias.
Con estas reflexiones sobre el Catecismo de la Iglesia Católica queremos ofrecer un material de formación básico para el contemplativo. El Catecismo nos ofrece un fundamento seguro para nuestra formación, con la ventaja de que es básico, completo y sistemático. Las reflexiones y textos que añadimos sólo pretenden ayudar a la comprensión y a la aplicación de la enseñanza de la Iglesia a las necesidades e interrogantes que puede tener el que quiera vivir en plenitud la vida cristiana en medio del mundo.
Intentaremos hacer un recorrido ordenado y completo del Catecismo de la Iglesia Católica. Y aunque a veces no comentemos algunos puntos porque no nos parecen significativos para nuestra formación, eso no significa que no sean valiosos y no sea necesario conocerlos.
Para una mejor comprensión de la materia, vamos a distinguirla de la siguiente manera:
[1] El texto del Catecismo figura en negrita, con el número entre corchetes.
Los comentarios que explican la materia del Catecismo van en letra normal.
Los demás textos complementarios figuran, como citas, en letra más pequeña.
Estamos convencidos de que todo cristiano, pero especialmente el contemplativo, necesita conocer y comprender a fondo su fe para poder vivirla con plenitud y que no puede conformarse con unas nociones elementales o con los sentimientos más o menos fuertes que vaya teniendo en cada momento. En ese sentido nos parece oportuno acudir a la clarividencia del P. Molinié que nos hace ver con radicalidad la necesidad de fundamentar la fe para que pueda sobrevivir la vida contemplativa, monástica y secular, en un mundo que amenaza seriamente la vida espiritual.
La teología (la verdadera, la que supone el conocimiento de la gran tradición cristiana, la intuición metafísica y la humildad que da la vida interior) fue la gran víctima, por lo menos en la orden dominicana en Francia, en los años que siguieron a la guerra. He asistido a esta decadencia y estuve desesperado por ello. Pero hoy es la fe la que amenaza ruina. No habría sufrido tanto por el naufragio de la teología si no hubiera presentido que llevaba consigo el de la fe. Pero no pensaba que las cosas fueran tan rápido; temía sobre todo por la vida interior.
Finalmente y paradójicamente, es la vida interior la que resiste mejor, precisamente porque se desarrolla en las profundidades del alma más allá de las ideas claras. Pero eso no podrá durar siempre. El Carmelo es una de las últimas fortalezas de la fe porque es, en primer lugar, un baluarte de vida interior. A pesar de todo las Carmelitas necesitan ser enseñadas. Sería una locura pensar que los errores repartidos universalmente no acabarán por alcanzarles a ellas y por hacer anémica su vida de oración. A partir de la mínima anemia todo es posible, y la decadencia puede llegar a ser vertiginosa […]
En un período de la historia en el que se cree ante todo en el progreso, la evolución, la superioridad del hombre de hoy sobre el de los siglos pasados, es igualmente fácil demostrarles que estas fórmulas de fe son huecas, no por la falta de experiencia de las realidades que designan (como sería hueca la palabra frambuesa para quien no la ha saboreado nunca), sino porque son arcaicas, anticuadas, al margen de la vida, etc., etc… Entonces se persuade a estos cristianos, a estos sacerdotes, a estos religiosos, y hasta a sus obispos, que hay que cambiar todo eso; no, ciertamente, lo esencial, sino los aspectos accidentales y perecederos de la doctrina. Trampa admirable, si se piensa que esa distinción entre el núcleo de la Revelación y sus formulaciones transitorias sólo es accesible gracias a la experiencia de las realidades de la fe, de las que precisamente nos hemos apartado más que nunca. ¡Qué fácil es entonces, ahogar al niño en el agua del baño, y arruinar la fe cristiana en nombre de un saneamiento de la misma! […]
A partir de ahí, puede perderse el sabor de la sal, y de hecho se pierde en estos «miembros principales» de la Iglesia, que son los contemplativos y las contemplativas. En la medida en que este supremo bastión de la fe es atacado, afirmo que éstos son los últimos combates de nuestra cristiandad antes de su extinción. Naturalmente todo puede empezar de cero, como en tiempo de los bárbaros… Pero será después de la desaparición de nuestra cristiandad. Si no queremos esperar a que se produzca esta desaparición, es preciso esperar que al menos los contemplativos permanezcan. No hablo hoy de los contemplativos laicos (muy numerosos a mis ojos, por la misericordia gratuita del Espíritu Santo; quizá vuelva a hablar de esto y, de todos formas, estas Cartas les están destinadas).
Pero, paradójicamente, hay comunidades menos protegidas que los laicos, porque están más expuestas al veneno de las teologías modernas. Confieso que pienso especialmente en las carmelitas, en parte porque las conozco mejor, en parte porque doy una importancia muy especial a su existencia. Si se corrompen, será una catástrofe irreparable y, como ya he dicho, el hundimiento de uno de los últimos bastiones de la fe (Molinié, Cartas, 11. Las cursivas son del autor)1.
Indicaciones prácticas
Los siguientes números del Catecismo pueden ayudarnos eficazmente a la mejor comprensión del mismo porque nos ofrecen unas indicaciones bastante precisas para su manejo.
[18] Este Catecismo está concebido como una exposición orgánica de toda la fe católica. Es preciso, por tanto, leerlo como una unidad. Numerosas referencias en el interior del texto y el índice analítico al final del volumen permiten ver cada tema en su vinculación con el conjunto de la fe.
[19] Con frecuencia, los textos de la Sagrada Escritura no son citados literalmente, sino indicando sólo la referencia (mediante cf). Para una inteligencia más profunda de esos pasajes, es preciso recurrir a los textos mismos. Estas referencias bíblicas son un instrumento de trabajo para la catequesis.
[20] Cuando, en ciertos pasajes, se emplea letra pequeña, con ello se indica que se trata de puntualizaciones de tipo histórico, apologético o de exposiciones doctrinales complementarias.
[21] Las citas, en letra pequeña, de fuentes patrísticas, litúrgicas, magisteriales o hagiográficas tienen como fin enriquecer la exposición doctrinal. Con frecuencia estos textos han sido escogidos con miras a un uso directamente catequético.
Para no dificultar la mejor comprensión de nuestra materia no vamos a diferenciar estos dos tipos de letra en nuestros temas, por lo que, para distinguir esta diferencia, será necesario acudir directamente a la edición impresa del Catecismo.
[22] Al final de cada unidad temática, una serie de textos breves resumen en fórmulas condensadas lo esencial de la enseñanza. Estos «resúmenes» tienen como finalidad ofrecer sugerencias para fórmulas sintéticas y memorizables en la catequesis de cada lugar.
Cuando estos resúmenes nos puedan resultar especialmente útiles, los presentaremos junto con sus correspondientes apartados del Catecismo que estamos explicando; si no parecen relevantes, los omitiremos en nuestro tema.
NOTAS