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-la fascinación por el amor infinito del Padre desbordado en el mundo,
-la obediencia enamorada a la voluntad del Padre,
-la aceptación incondicional de sus designios,
-la disposición ilusionada a pagar el precio del amor redentor,
-renunciar a la condición divina y a cualquier privilegio,
-crear, con mi vida entregada, el puente de amor que una a Dios con la humanidad reconciliada,
· · ·
-dejarme llevar, abandonado de mí, por el Espíritu Santo,
-lanzarme, por amor, al abismo de la miseria humana,
-derramarme sobre el mundo como torrente de la Misericordia,
-el amor incondicional que abraza con ternura al pecador,
-abrazar a la humanidad entera hasta hacerla mía,
-correr gustoso el riesgo del amor, el fracaso y la muerte,
-acoger confiadamente el futuro incierto de toda vida humana,
-el desposorio con la pobreza amada,
· · ·
-renunciar a mis derechos y a la gloria del mundo,
-acoger con misericordia la debilidad y la pobreza humanas,
-abrazar una vida que no es mía, para iluminarla,
-elegir lo más bajo de la condición humana,
-abrazar, en cruz, todos los pecados de la humanidad,
-hacerme barro con el barro,
-anticipar con mi entrega la muerte redentora,
-amar al pecador hasta «hacerme pecado» por amor,
-hacerme responsable del pecado y del mal de los demás,
-hacer míos los pasos del hermano y regalarle mis pisadas,
-vivir el momento presente, hecho oblación sacrificial al Padre,
-amar a todos en el silencio del rechazo y la indiferencia.